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Pero como ellos le contradecían y blasfemaban, sacudió sus vestidos y les dijo: “¡La sangre de ustedes sea sobre su cabeza! ¡Yo soy limpio! De aquí en adelante iré a los gentiles”.

Se trasladó de allí y entró en la casa de un hombre llamado Tito Justo, quien era temeroso de Dios, y cuya casa estaba junto a la sinagoga. Crispo, el principal de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa. Y muchos de los corintios que oían, creían y eran bautizados.

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